No debería existir CATIM

Niño de espaldas con polera de Toy Story mirando hacia el horizonte, imagen que representa la reflexión “No debería existir CATIM” sobre la infancia y la protección de derechos en Chile.

Este 8 de noviembre, Corporación CATIM cumple 32 años trabajando por la protección de derechos y la promoción del Buen Trato. En este aniversario, su gerenta, Sandra Castro Salazar, reflexiona sobre una paradoja profunda: en un mundo justo y digno, no debería existir CATIM, pero mientras persistan la violencia y la exclusión, su presencia seguirá siendo indispensable.

En un mundo donde hemos asumido como humanidad que toda niña, todo niño y toda persona tienen derecho a vivir con dignidad, que la protección debe ser universal y la exclusión jamás aceptable, no debería existir CATIM. Porque si bastaran los acuerdos internacionales que hemos firmado —principios que todos compartimos—, no habría maltrato, ni abuso, ni negligencia, ni pobreza que empuje a las personas a la calle. Pero la realidad nos recuerda que esos ideales aún están lejos.

En Chile, pese a haber ratificado en los años noventa la Convención sobre los Derechos del Niño, uno de cada tres niños, niñas y adolescentes sigue siendo maltratado en su hogar, según UNICEF. Esa cifra, tan dolorosa como persistente, confirma que todavía convivimos con formas de violencia que se normalizan y se heredan. Y cuando la violencia se hace costumbre, la infancia pierde lo que nunca debería perder, la seguridad de sentirse cuidada y amada.

Una realidad que exige compromiso y presencia institucional

Durante 2024 nacieron 371 niños por día, mientras que ese mismo año ingresaron 429 niños, niñas y adolescentes diariamente al sistema de protección. En el último trimestre, el promedio ya alcanza los 500 ingresos diarios, según datos del Servicio Nacional de Protección Especializada.

Actualmente CATIM acompaña a más de 5.752 niños, niñas y adolescentes en distintos procesos de intervención y atención especializada, y a 200 personas que transitan procesos de superación de la situación de calle. Estas cifras reflejan una realidad que duele, pero también la convicción de que es posible transformar historias cuando el Estado, las instituciones y las comunidades trabajan juntos.

Detrás de ese trabajo hay más de 600 profesionales comprometidos con la infancia, las familias y la dignidad humana, mujeres y hombres que cada día sostienen con su vocación los principios que inspiran a esta organización.

Esa convicción nace de la certeza de que la infancia sea libre y plena, que cada adolescencia tenga las condiciones para crecer, que ninguna persona quede en la intemperie de la cultura del descarte. Y mientras eso no sea real, nuestra tarea, la de promover el Buen Trato, restituir derechos, acompañar procesos de reparación y favorecer la resignificación de las experiencias adversas, no puede detenerse.

El trabajo de CATIM en la restitución de derechos

No debería existir CATIM. Pero existe. Y lo hará mientras exista el maltrato hacia niños y niñas, la invisibilización de las personas, la angustia de quienes no tienen una familia que los cuide. Ahí estaremos.

Nuestra existencia es el reflejo de una realidad que no debiera existir, y precisamente por eso trabajamos cada día. Porque en estos 32 años de vida soñamos con el momento en que el Buen Trato no sea un propósito institucional, sino una práctica cotidiana en cada hogar, escuela y comunidad. Ese día, cuando el respeto y la empatía sean la norma y no la excepción, CATIM podrá decir con orgullo que ya no es necesaria. Hasta entonces, seguiremos aquí, trabajando por lo que nunca debería perderse, la dignidad humana.

Sandra Castro Salazar
Gerenta 
Corporación CATIM

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