El nuevo programa que ejecuta la Corporación CATIM busca destacar su enfoque en la prevención y detección temprana del maltrato en una zona rural y geográficamente desafiante.
El equipo detrás del PRM Refugio Esperanza de Bulnes está compuesto por profesionales apasionados y experimentados. La directora, Alejandra Steger, con 33 años de trayectoria en el trabajo con la infancia, lidera un equipo que incluye a las duplas psicosociales conformadas por Ricardo Bermúdez, Victoria Oyarce, María Paz González y Tamara San Martín, todos con experiencia en la intervención con víctimas de violencia física, sexual y/o psicológica. El equipo también cuenta con Tania Valenzuela, secretaria contable, y Carlos Rubio, abogado, que complementa su labor en el PRM de Quirihue.
El alcance geográfico del PRM abarca toda la provincia de Digüillín, incluyendo las comunas de Bulnes, Quillón, Chillán, Chillán Viejo, San Ignacio, El Carmen, Pemuco, Yungay y Pinto, y ofrece un total de 50 plazas. Destacando que el 70% de los ingresados provienen de sectores rurales de difícil acceso. En vista de esta ruralidad, el equipo adopta un enfoque “en terreno”, realizando visitas domiciliarias y coordinando en redes para brindar atención a las familias en lugares cercanos a su residencia.
“La ruralidad es un desafío enorme, ya que varias familias viven en sectores muy alejados y sin conectividad y muchas otras han manifestado preferir esperar cupos en comunas aledañas porque no cuentan con locomoción directa hacia Bulnes. El equipo ha recogido estas inquietudes y entendido las dificultades presentadas para el desarrollo de un proceso de intervención sostenido en el tiempo, por lo que se ha tomado la decisión incrementar las visitas a domicilios y coordinar, en redes, la búsqueda de sitios fijos en otras comunas en donde las familias puedan ser atendidas sin tener que efectuar grandes desplazamientos. Soñamos con poder implementar algún día la maravillosa idea del “Catim móvil”, que nos resultaría extremadamente útil”, explica la directora del programa.
El programa enfrenta desafíos considerables, como la ruralidad, la falta de conectividad entre las comunas, pero también las historias que vienen de generación en generación en las familias participantes. Estas dificultades requieren estrategias creativas para su resolución.
La “cultura del secreto familiar” es un desafío significativo. Alejandra Steger, menciona que, “la dependencia económica y machismo instalado patriarcalmente, son elementos que en ocasiones perpetúan el secreto familiar, por lo que para abordarlo es necesario primero que los adultos puedan revisar su propia historia de manera de comprender patrones que se repiten y maneras aprendidas de funcionar en la interacción con otros, junto con la necesidad de romper con esa barrera en beneficio de la protección de los niños niñas y adolescentes”.
Para abordarlo, el PRM se enfoca en ayudar a los adultos a comprender patrones de violencia y abuso arraigados en la historia familiar, brindando apoyo y orientación a través del modelo de parentalidad positiva centrada en los recursos.
El PRM busca contribuir a la prevención y detección temprana del maltrato en la comunidad mediante la realización de diagnósticos rigurosos que permitan identificar situaciones de vulneración. El programa aspira a convertirse en un referente para la comunidad en prácticas bien tratantes y a fortalecer las redes de coordinación y cooperación con representantes locales.
El mensaje principal que el PRM Refugio Esperanza de Bulnes desea transmitir a la comunidad es que se trata de un lugar seguro y amable donde los niños, niñas y adolescentes pueden acceder a procesos terapéuticos de resignificación de experiencias de maltrato. Además, se enfoca en ofrecer a los adultos un apoyo respetuoso y comprensivo para garantizar el buen desarrollo de los procesos terapéuticos de los niños, niñas y jóvenes, destacando el compromiso con el buen trato como sello distintivo del programa.