Freddy Venegas, coordinador técnico Corporación Catim
En este espacio en nuestra historia, abstrayéndonos de toda la complejidad que nos rodea, hay un espacio que nos exige repensar en torno a nuestro quehacer: la intervención social. Sin duda lo que hoy transitamos tendrá su fin y en gran medida podríamos retornar a normalidades. Sin embargo, esto nos debe dejar aprendizajes y debemos rescatar elementos. Siempre de lo malo se rescatan cosas buenas.
Un factor esencial que nos revela lo que hoy evidenciamos, es la soledad en la que se encuentran las familias y personas que atendemos y hacia quienes se destina nuestra intervención social. Puede que mañana ya sea por pandemia, crisis humanitarias, la profundización del individualismo de un modelo neoliberal, la lejanía territorial, etc.; entonces la intervención social va a terminar? Creo que no, aquí la oportunidad en el horizonte es la innovación hacia la intervención.
El modelo de “línea libre” que es una línea telefónica para que NNA puedan conversar o pedir ayuda en torno a vulneraciones graves, es un buen ejemplo que ya debemos salir de la cueva y avanzar hacia darnos cuenta de la multiplicidad de herramientas que tenemos para hacer intervención social, que no existían hace 40, 20 o 10 años, 5 años incluso. El teléfono se inventó el año 1854 y recién en el siglo XXI nos dimos cuenta de que podemos hacer intervención no presencial. Recién nos dimos cuenta de que se pueden mandar oficios por correo electrónico, que la información de carpetas se puede digitalizar, que no necesitamos imprimir todo, que podemos tener reuniones de trabajo por videoconferencias.
Quizá, una estrategia básica de intervención social con nuestras familias en atención será asegurar su acceso a tecnología y conexión a redes, ya sea entregando un aparato (tablet o celular) o cancelando un plan de redes. Podemos mantener el vínculo y la información a través de esta forma, vía llamados, utilización de App, o creación de una app inclusive. Por lo demás, estamos hablando que el acceso a internet y a la información son derechos reconocidos por la ONU…ya que hablamos tanto de protección de derechos…
Este lunes 30 de marzo se publicaron 40 especialidades que el MINSAL señala poder acceder a consultas a distancia -psicoterapia entre ellas-. En el ámbito educativo hace años se ha avanzado en la línea de educación a distancia, como apoyo o derechamente certificación. La ACHS hasta los cursos de manejo de extintores los mantiene vía on line.
No se trata de suplir el contacto cara a cara, estamos muy lejos de suplir ello, pero sí la contingencia y el futuro nos exige adecuarnos a los nuevos contextos, que de hecho es lo que ha ocurrido con la humanidad siempre, más ahora que crisis sociales y pandemia nos hacen con urgencia analizar nuestras prácticas.
Si en este momento histórico, en que la compañía de cada persona por lo general es más un celular que una persona, podríamos encontrar la forma de aprovechar esta herramienta como un canal de intervención, favoreciendo la prevención, protección y resguardo, como también educando, ampliando conocimiento, entregando herramientas, etc.
Ciertamente hay un buen porcentaje de personas que no tiene ni quiere tener acceso a tecnologías de información, tendremos que buscar la forma de mantener una intervención, pero además, buscar la forma -desde el bajo umbral- de que tengan acceso a canales de información mínimos (para el terremoto por ejemplo, al saturarse las líneas telefónicas, los mensajes de texto que parecían irse quedando en el pasado, fueron de muy buena ayuda, así mismo la relevancia que tomo la Radio).
Será una oportunidad también para ampliar la Intervención social? No solo vincularnos con las personas -nuestro/a sujeto de intervención- sino también ampliar a su red familiar y significativos. Quizá también trabajar en un modelo amplio de intervención, ampliar incluso el concepto de “intervención en red” por el de “intervención con tecnologías de la información”. Existe una posibilidad que el modelo de atención de un Programa Social deje de ser la derivación clásica (actas, tribunales, organismos, etc.) y pase a un foco en la prevención como modelo principal y general, y desde ahí priorizar en atenciones focalizadas e individuales.
Veamos las amenazas como oportunidades. La invitación y exigencia es la innovación. Las personas y familias esperan, justo en momentos como este, que quienes trabajamos en el mundo de lo social logremos estar donde nadie puede llegar. Saldremos de la contingencia actual, pero cuando se supere, no podemos volver a hacer lo mismo de siempre, debemos hacerlo mejor.